

Dos eventos esperados

ienvenidos, visitantes, nativos y amigos de estas tierras insulares. Comenzando la temporada recreacional correspondiente a estos primeros meses del año; es oportuno preveer, la agenda para dicha ocasión. Carnaval, a mediados de febrero (12 y 13); apreciable por ser tiempo festivo, ambiente soleado (generalmente) y colorido: máscaras, disfraces, carrozas, bambalinas, papelillos, juegos, comparsas y las muy apreciadas diversiones. La naturaleza insular, le otorga, a esta época del año, un atractivo muy singular. Poco tiempo después nos encontraremos de nuevo motivados por la llegada de la semana mayor.
Estos dos eventos nos llenan de recuerdos de la infancia. Los relatos nos trasladan más allá en el tiempo. Es como oír narraciones de paisanos mayores ya idos acerca de las diversiones, los disfrazados y las parrandas, en cuyas presentaciones algunas de ellos participaron o así lo hicieron sus padres y abuelos. De cómo preparaban el color para imitar la piel y la figura de diablo, u otro personaje a “representar”. Lograr el color adecuado (negro, rojo, entre otros) fue un gran secreto, revelado que, con el uso de ceniza, achote y grasa, se obtenían dichos tonos.
Las diversiones del carnaval, en buena parte, provenían de las presentadas en las pascuas, con variaciones muy pequeñas; se guardaba así la fidelidad de las representaciones, ya que estas constituyeron reflejo de las faenas cotidianas de la vida insular (pesca, caza, siembra, entre otras) y parte de los participantes fueron protagonistas de esas faenas.
La vestimenta, la música, los versos y cantos; los juegos corporales, bastantes pegajosos, contagiaban de alegría a los espectadores lo cual hacía que buena parte de estos se sumara al recorrido de la parranda, la que solo paraba, quizás, por el agotamiento que aparecía al amanecer del otro día. El parrandero tenía un secreteo para permanecer activo en la jornada parrandística: la taparita, siempre llena de aguardiente o de guarapita. esta nunca se agotaba, a pesar de lo constante del traguito, gracias a los obsequios recibidos de algunos espectadores y más que todo de los dueños de casa al salir al encuentro y recibimiento de la diversión, ante una estrofa espontánea y bien lograda por parte del improvisador del grupo, con la presencia de los miembros de la familia. Los dueños de casa, otorgaban entonces un picantico o una botellita.

Esperada por visitantes y nativos es la semana santa, también conocida como la semana mayor; ubicada en el calendario 2018, a finales de marzo y primero abril; nos presenta, una vez más, la oportunidad de combinar actividades múltiples, según la tendencia religiosa y la costumbre de cada individuo. La gran mayoría la vive con mucho recogimiento, otros, como días de descanso; también están los que combinan una actividad con la otra. Destacamos aquí, la procesión del sepulcro en La Asunción desde muy temprano en la mañana hasta las primeras horas de la tarde.
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